SÍ, PUEDO AMARME MEJOR
Por: Dra. Elizabeth Ávila Carrancio
Hola lectores, este año empezó “con todo” como suelen decir los jóvenes, el mundo particularmente ha puesto los ojos en dos mujeres poderosas de la música: Shakira y Miley Cyrus. Quizá esto no tenía remedio, era evidente que, siendo mujeres con el poder de su presencia mediática y musical, sus emociones plasmadas en sus canciones siempre serán escuchadas con el sospechosísimo de ¿a quién se la dedicaran? O con el eterno, ¿será necesario que lo hagan de esa manera, no sería mejor callar y llevar los duelos en lo privado?, al final poderosas, pero mujeres.
Estamos en un siglo, el XXI que pareciera es el SIGLO DE LAS MUJERES PODEROSAS, para bien y para mal. Una mujer en la Vicepresidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, además en la Vicepresidencia de Colombia, que nos lleva a concluir que quizá en la política lo estamos haciendo magnífico, las mujeres en la toma de poder y en las expresiones de poder “van ya por buen camino”.
Y aunque hoy tengamos papeles más relevantes en lo público, es menester analizar finalmente esta guerra intestina para denostar ese papel social y público (muy público y popular) de las mujeres, que hoy por hoy nos colocan en espacios de poder en todos los rubros, en este caso desde la música es que la canción de Miley es una ODA A LA AUTONOMÍA de las mujeres y su INDEPENDENCIA o empoderamiento “total”.
A veces requerimos tomar una píldora de memorina y también de valemadrina, para soportar la violencia simbólica que sufren las mujeres que toman un poco de su poder y lo explotan al público que las sigue (en los casos de estas mujeres) o de las mujeres a quienes impactan de una forma directa para lograr verse desde una óptica más crítica pero a su vez más segura de sí mismas, más conscientes de que ser mujer es limitante a estamentos sociales si no se rompen las cadenas de los juicios o críticas estereotipadas que nos obligan a todas a “tomar nuestro lugar” secundario en la vida, social, política, económica y familiar.
Miley dice en la canción FLOWERS:
“… pero entonces recordé
Que puedo comprarme flores
Escribir mi nombre en la arena
Hablar conmigo por horas, sí…
Decir cosas que tú no entiendes.
Puedo sacarme a bailar, sí…
Puedo sostener mi propia mano, sí,
Puedo amarme mejor que tú…
PUEDO AMARME MEJOR QUE TÚ
PUEDO AMARME MEJOR QUE TÚ…BABY…”
Esta canción, que se volvió un himno al amor propio de la mujer (también pueden ser para el hombre, pero en este caso lo analizamos desde la perspectiva femenina, no de sexo como tal), a comprender el valor que tenemos más allá de la manera en que los atavismos sociales nos conectan a una persona que tiene que ser de cierta forma, que tiene que cursar un duelo de cierta manera, que tiende a ser educada en el amor romántico.
Esta canción, que se volvió un himno al amor propio de la mujer (también pueden ser para el hombre, pero en este caso lo analizamos desde la perspectiva femenina, no de sexo como tal), a comprender el valor que tenemos más allá de la manera en que los atavismos sociales nos conectan a una persona que tiene que ser de cierta forma, que tiene que cursar un duelo de cierta manera, que tiende a ser educada en el amor romántico.
Es decir, Las mujeres de las Américas estamos marcadas por nuestra propia historia, la cual no es una historia de desarrollo pleno de las mujeres, sino de luchas por existir y “ser personas”, a pesar de ello es claro que “Mujeres y hombres coexistimos “cristalizados” en estructuras seculares opresoras como el machismo, el sexismo, la violencia y la exclusión; y “anclados” a un conjunto de prácticas y relaciones sociales desiguales entre los sexos, bajo el peso milenario del dogma constituido por determinismos y esencialismos universales que ya han revelado su desgaste y finitud ante las mismas sociedades humanas que son complejas, cambiantes, pluriculturales y diversas”[1].
Lo que hicieron Shakira y Miley cyrus y en su momento Taylor Swift es tremendamente fuerte por ello; y provocan una respuesta tambien airada y violenta de sectores que se niegan a liberar a las mujeres, la policia de la moral; cuyo discurso da una aprobación o no a nuestra existencia y presencia social, desde una mirada de permisividad a dichos estereotipos de ser mujer buenita, reinita y dócil.
¿Cómo se acepta ser mujer desde diversas estructuras de poder simbólico y de control?, a partir de estos dos fenómenos musicales a las cuales les dieron la categoría de “canciones de despecho”, algunas personas se han tomado la atribución de señalar a las mujeres, sobre todo a Shakira, por mostrar “demasiado” su “resentimiento” y por no llevar su duelo en “privado” (lo que es apropiado para una mujer y una madre) como debió ser, dicen, por dignidad señalan con aquella capacidad de crítica mezquina y sin sentido, respecto a la necesaria perdida de la estructura de sometimiento familiar en que se nos encasilla por ser mujeres: por los hijos, gritonean, rasgándose las vestiduras.
“…Las mujeres no lloran, las mujeres facturan…” que canta Shakira se vuelve un reto a quienes odian la autonomía económica de las mujeres, una de las violencias más marcadas en materia de poder, que diferencia muchísimo entre varones y mujeres. Respecto a ello, como punto de partida diremos, en México por muchos años, entre las 10 principales fortunas solo existió una mujer, misma que lo era (dentro de los más ricos) por herencia.
La presencia de mujeres en estos espacios de poder con rango de “iguales” es cerrado y masculinizado con absoluta saña, alcanzar un espacio de toma de decisiones o de poder de cualquier tipo es una gran hazaña que hoy por hoy muchas mujeres han alcanzado, ¿son estos espacios, muy centrados en dicho poder masculino? Como ejemplo podemos observar como a la mujer empresaria siempre le costará mucho más destacar por sí misma, sin ser juzgada.
Romper esas estructuras con mensajes duros de autoconfianza, de empoderamiento, de autonomía de la mujer disgusta mucho en los espacios de poder social público. En su caso, la embestida obviamente va en detrimento de la dignidad de estas mujeres o de nosotras las mujeres que como grupo hoy por hoy buscamos la transformación de nuestra vida y de nuestros espacios de intermediación, desde el YO PUEDO, y no solo: YO PUEDO, así llano, y de que PROBABLEMENTE PUEDO HACERLO MEJOR QUE NADIE MÁS, porque yo si conozco mis propias necesidades, yo si conozco mi esencia a partir de mi voz como mujer, de mi capacidad de transformación, por ende.
Cambiemos el discurso actual, donde todo lo que construye la mujer se hace a partir de “despecho”, “el resentimiento” y “la mezquindad”, pues cuando lo hace el varón se piensa en “valentía” y carácter. Transformemos las ideas de juzgar siempre a las mujeres por hacer o intentar destacar, dejemos de tildar a la ambición personal de sobresalir de una mujer como algo negativo.
Busquemos cambiar el discurso social que descalifica cualquier cosa que se haga por la adquisición del poder y el ejercicio de la libertad personal o autonomía e independencia de las mujeres. Tasemos diferente el hecho de que nosotras podamos manifestar emociones o sentimientos y que el hacerlo es algo negativo, basándose en antivalores sociales, a partir del respeto a nosotras mismas, con impulsos que transformen nuestras vidas de manera real. Vayamos por nuestra autonomía e impulsemos nuestro desarrollo, puesto que a partir de hacerlo haremos el camino para que tengan nuevas expectativas de vida y de desarrollo que impulsa a ser mejores personas, mejores sociedades, mejores países, mejores en todo sentido como humanidad, integradora, incluyente y en busca de un desarrollo humano pleno.