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INFLACIÓN…la herencia del COVID

Por: Edith Belmont

Le ha pasado últimamente que…

¿Va al súper, compra menos y paga más?

¿Va a cargar gasolina, paga lo mismo que pagaba por tanque lleno, pero ahora se va con un tanque a tres cuartos?

¿Qué en su negocio los insumos y materias primas van para arriba?

¿Qué en lo general está gastando más para vivir igual o peor que antes de que estallara la pandemia?

A eso se le llama INFLACIÓN (aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios). Un tema del que ya nadie hablaba porque se había mantenido controlada a lo largo de casi 30 años en la mayoría de las economías importantes a nivel mundial. Pero ahora está próxima a convertirse un uno de los principales problemas de nuestra economía, que pondrá en jaque a los negocios y en riesgo nuestro patrimonio.

A lo largo de este artículo trataremos de explicarle porque se está generando y las implicaciones que tendrá en la economía de nuestro país y a nivel personal, así como ofrecerle algunas recomendaciones y estrategias para proteger nuestros ahorros y patrimonio.

Recientemente la Reserva Federal de EU dio a conocer que la inflación al consumidor en EU durante el mes de abril en términos anualizados (de abril de 2020 a abril de 2021), fue de 4.2%, el porcentaje más elevado de los últimos 12 años.

Comparado con 2020 (1.4%), la tasa del porcentaje de inflación prácticamente se triplicó en términos nominales en tan sólo 4 meses (de enero a abril de 2021).

También superó la meta fijada por la Reserva Federal para 2021 (2.4%), y se colocó por arriba a la esperada por los analistas que, en promedio, pronosticaban un alza de 3.5% (ver gráfica). Ahora estiman que el dato de inflación para los meses de mayo y junio podría rondar el 5% para EU.

La Reserva Federal asegura que este repunte de la inflación es temporal y que más adelante retomará su tendencia a la baja. Según su diagnóstico, hay “shocks” de oferta que provocan cierta escasez y empujan los precios momentáneamente hacia arriba, pero que esos “shocks” se desvanecerán más adelante. Que, aunque los salarios están subiendo por el fuerte repunte de la industria manufacturera, la Reserva señala que aun así sólo se han recuperado 14 de los 22 millones que se perdieron durante la pandemia.

Y que en la medida en que se avance en la vacunación y se recupere al 100% la movilidad, esos 8 millones de parados aumentarán la oferta laboral para aminorar el alza de los salarios, recuperando cierta tendencia a la baja en la inflación.

Que en las cadenas de suministro globales hubo una ruptura inducida por la pandemia que provocó escasez de componentes y materias primas por los retrasos en las entregas a las empresas, elevando su costo y, por lo tanto, la inflación. Que en la medida en que se regrese a la normalidad, también se restablecerán esas cadenas de suministro, aumentará la oferta de materias primas y componentes, lo que a su vez hará disminuir los precios.

La Reserva Federal asegura que en la medida en que vayan disminuyendo los ahorros que las familias acumularon durante la pandemia, conforme los vayan gastando, desaparecerá esa liquidez y con ella, la presión inflacionaria.

“Todos estos factores harán que la inflación supere nuestra meta de 2% en 2021. Pero no conducirán a tasas de inflación altas… Es el momento de ser pacientes… banqueros centrales con mirada de acero y no dejarnos engañar por las sorpresas de datos temporales”, señalan en un comunicado de prensa del 13 de mayo pasado de la Reserva Federal.

Esto significa, según ellos, que no retirarán liquidez del mercado y que no subirán las tasas de interés que pongan en peligro la recuperación. Que el auge hacia adelante está garantizado y que cuando se normalicen las cosas, la economía estará estable, sin presión inflacionaria.

El problema, como bien señaló Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Obama y destacado Profesor de la Universidad de Harvard, es que en la época en que los funcionarios de la Reserva Federal más aseguraron que las presiones inflacionarias serían transitorias, fue precisamente cuando la inflación en EU alcanzó su nivel más elevado (alrededor del 15%) durante la administración de James Carter en la década de los años setenta.

Para mí, lo que sí es probable, es que en cuanto aumente la oferta de mano de obra y se normalicen las cadenas de suministros, disminuya momentáneamente la presión inflacionaria (como asegura la Reserva Federal) o se estabilice un tiempo alrededor del 5%, lo que pudiera dar a muchos la impresión de que la inflación dejó de ser un problema.

Sin embargo, esa idea es una trampa, una ilusión porque la cantidad de liquidez que se ha inyectado a la economía desde que estalló la pandemia en el mundo occidental (marzo de 2020), no tiene precedentes a nivel mundial.

Es algo insólito, histórico. Algo que jamás se había visto en la historia financiera de la humanidad.

Por parte de los Bancos Centrales, la Reserva Federal del los EU ha inyectado $7.2 billones de dólares (millones de millones para nosotros en sentido tradicional), el equivalente al 35% de lo que vale su economía (PIB); el Banco Central Europeo $7.5 billones de euros, el equivalente al 70% de la economía de la Eurozona y el Banco Central de Japón el equivalente al 130% de su PIB, tan sólo por resaltar los casos más importantes. Eso es una barbaridad.

Esa liquidez inyectada por los bancos centrales se ha ido a la compra de bonos de deuda de los gobiernos para sostener sus niveles de gasto, de bonos de deuda de empresas y corporativos para evitar que quiebren, y a los grandes bancos comerciales para favorecer la expansión del crédito.

Pero también se encuentran los paquetes de estímulo de reparto de dinero, de apoyo a las familias y desempleados por parte de los gobiernos. En EU tan sólo se han inyectado 3 paquetes de estímulo por alrededor de $5.8 billones de dólares y se está negociando otro en el Congreso por $2.5 billones que pudiera ya haber sido aprobado cuando usted esté leyendo este artículo.

Toda esa liquidez, tarde o temprano, harán que la inflación amenace con desbordarse y que la Reserva Federal (y otros bancos centrales), se vean obligados a actuar rápidamente, elevando las tasas de interés y retirando dinero de los mercados para contener el consumo que alimenta la inflación, lo que terminará por provocar una nueva crisis mundial.

Todo esto sin considerar las burbujas de activos en Bolsas de Valores, Bienes Raíces y Criptomonedas que ha alimentado el exceso de liquidez a nivel mundial y que amenazan con venirse abajo una vez que los bancos centrales decidan o no les quede más remedio que elevar las tasas de interés para frenar las presiones inflacionarias.


Pero, ¿en qué momento podemos esperar el desenlace y que las burbujas revienten?

“No reaccionaremos de forma exagerada a los excesos temporales de la inflación… Necesitamos ver que la inflación sobrepase nuestra meta durante algún tiempo antes de reaccionar… debemos ver la inflación antes de ajustar la política; lo creeremos cuando lo veamos”, asegura la Reserva Federal de EU en un documento fechado el 13 de mayo pasado.

La lectura que yo hago de semejante declaración es que van a reaccionar hasta que el agua nos llegue al cuello; hasta que la inflación sea evidente y haya alcanzado un nivel considerado como “elevado”; es decir, hasta el último momento, lo que, en consecuencia, los obligará a actuar de manera drástica y repentina.

Las condiciones monetarias podrían cambiar de un día para otro, tal y como ha sucedido en muchas otras crisis a nivel mundial en el pasado que tomaron a la mayoría por sorpresa. Por eso es imprescindible estar preparado.

¿Cuál sería el impacto para México?

La inflación en el mes de abril de 2021 fue de 6.3%, el porcentaje más alto de los últimos 3 años, mientras que el Índice de Precios al Productor (costo de materias primas) sobre todo para la industria y actividades agrícolas, de acuerdo con datos del INEGI, se ubicó cerca del 7%, lo que augura mayores presiones inflacionarias hacia adelante.

Incluso, según un análisis de la Universidad de Oxford, el porcentaje de productos incluidos de la llamada “canasta básica” para la población, tuvo el incremento más amplio y más alto en México que en el resto de América Latina, excluyendo del análisis a Venezuela, también en abril de 2021.

El problema fundamental de la inflación es que deteriora el poder adquisitivo del dinero, por lo que los más golpeados son las familias pobres que viven al día y destinan el mayor porcentaje de su gasto a la alimentación. Sus ahorros los mantienen en efectivo y su acceso al sistema financiero es limitado, lo que les impide utilizar instrumentos de protección contra la inflación. Cosa que no pasa con otros sectores de la población que cuentan con activos y otros instrumentos para protegerse.

Por eso es que la inflación se ha considerado como un impuesto “cruel”, altamente regresivo, que recae desproporcionadamente sobre los más vulnerables. Como decían nuestros abuelos: “al perro más flaco se le cargan todas las pulgas”.

Lo más importante hasta aquí, sin embargo, es estar conscientes de que las condiciones monetarias pueden cambiar de manera repentina, de un día para otro, muy a pesar del discurso de autoridades nacionales y extranjeras (avalado también por algunos especialistas), de que se tiene todo bajo control.

Ya sabe usted, lo clásico: cuando un teatro empieza a incendiarse, el primero en alertar a los asistentes, en gritar: ¡fuego!, jamás será el dueño, se lo aseguro. Al contrario, harán todo lo posible por ocultarlo.

Y si bien la economía mundial experimentará un fuerte repunte por la recuperación de la movilidad tras la vacunación y la desesperación de la gente por salir a comer, comprar, viajar, divertirse, etc., además de la inyección de liquidez, mi estimación es que ese auge podría durar entre dos y tres trimestres más (de 6 a 9 meses). Así que no podemos descartar que pronto podamos vivir una crisis global que pudiera estallar en cualquier momento.

Ante este escenario, ¿cuáles son las recomendaciones para proteger nuestro patrimonio y salir lo menos raspado posible? Aquí unos sencillos pasos que debemos tomar en cuenta:

  1. Mantener los niveles de endeudamiento (personal y empresarial), en el nivel más bajo posible (por el aumento de las tasas de interés hacia adelante).
  2. Orientar las actividades de la empresa hacia una preferencia por la liquidez que permita contar con un colchón para sobrevivir mientras dure la crisis.
  3. Mantener un historial crediticio impecable para garantizar financiamiento cuando más escasea y hace falta: en época de crisis, cuando los bancos suelen reaccionar contrayendo fuertemente el crédito.
  4. Lograr una gestión lo más limpia y efectiva posible al interior del negocio para contener los costos y defender el margen de utilidad. Esto permite “matar dos pájaros de un tiro”: aprovechar al máximo la etapa de repunte económico, y formar ese colchón de liquidez.
  5. No olvidar que la liquidez es esencial para sobrevivir en mercados a la baja, justo cuando el valor de los activos de la empresa se desploma y se vuelven “ilíquidos”. Es decir, que resulta difícil venderlos en el mercado por la falta de compradores y convertirlos en liquidez.
  6. La mejor forma de proteger cualquier ahorro personal o excedente que no forme parte del capital de la empresa, debido a las presiones inflacionarias que se avecinan, es en Bonos indexados a la inflación para mantener constante su poder adquisitivo.
  7. En moneda nacional la opción son los llamados Udibonos y en EU los llamados “TIPS” por sus siglas en inglés (valores del Tesoro protegidos contra la inflación), si se quiere mantener una cartera equilibrada en pesos y en dólares para protegerse también de las fluctuaciones del tipo de cambio.

Espero que estas recomendaciones le sean de utilidad para proteger su patrimonio y amortiguar el golpe, al que todos estaríamos expuestos. Tomar precauciones a tiempo, nos podrían salvar de sufrir graves pérdidas.

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