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LAS MUJERES SON EL PRESENTE DEL PAÍS Y FUTURO DE LA HUMANIDAD

Por: Dra. Elizabeth Ávila Carrancio

Hace un tiempo en la graduación de secundaria me dijo mi hijo: mamá, las mujeres hoy están destacando más que nunca en la academia, esto en referencia a que de los tres primeros lugares de la generación 4 fueron mujeres, un hombre, y de ahí la constante ha sido la participación de las mujeres en muchos espacios y destacando en todos.

¿Por qué es importante visibilizar este fenómeno actual? Lamentablemente, hoy persiste el machismo de las instituciones sociales que dominan la educación social, polarizando discursos y haciendo imposible una transformación inmediata de las agendas en favor de fomentar la igualdad social y no se diga de género.

Me parece que estamos en un periodo donde se agudiza un discurso radical y victimista del hombre, a pesar de los aliados que podamos tener entre las filas de los hombres, es necesario hacer un impasse y analizar que tenemos, como lo logramos, hacia donde vamos y que debemos buscar para impulsar de manera más acelerada la transformación, social y los atavismos que frenan el pleno desarrollo de las mujeres. Por ejemplo, ONU señala expresamente: “el liderazgo y la participación política de las mujeres están en peligro, tanto en el ámbito local como mundial. Las mujeres tienen poca representación no sólo como votantes, también en los puestos directivos, ya sea en cargos electos, en la administración pública, el sector privado o el mundo académico. Esta realidad contrasta con su indudable capacidad como líderes y agentes de cambio, y su derecho a participar por igual en la gobernanza democrática.”

Tenemos que plantear una mirada crítica de la situación actual de las mujeres en el desarrollo de las naciones, puesto que nuestra exclusión frena el pleno desarrollo, desperdicia aquello que las mujeres pueden llegar a aportar, o lo coartan de manera sesgada y mínima. Aunque debería ser evidente no lo es, pero las mujeres se enfrentan  obstáculos a la hora de participar en la vida política: Las barreras estructurales creadas por leyes e instituciones discriminatorias aun en estos tiempos siguen limitando las opciones que tienen las mujeres para votar o presentarse a elecciones, sobre todo cuando al existir mandatos legales estos son maniqueos y estructurados para sacarles la vuelta; por otro lado, es evidente que las brechas relativas a las capacidades implican que las mujeres tienen menor probabilidad que los hombres de contar con la educación, los contactos y los recursos necesarios para convertirse en líderes eficaces.

Hay que ser claras, la constante y real participación y el liderazgo de las mujeres en la política y la vida pública en pie de igualdad son fundamentales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030.  Sin embargo, los datos muestran que la representación de las mujeres es insuficiente en todos los niveles de toma de decisiones del mundo. Por tanto, alcanzar la paridad de género en la política es aún lejano, aunque es cierto que en México con las reformas constitucionales de 2019 logramos el paso definitivo que se afianzó en el 2020, con otras reformas en el mismo sentido en materia de paridad total en favor de impulsar la participación activa de las mujeres en todos los espacios de la vida del país, públicos y privados. El aumento de la participación en el país va por buen camino, ¿pero es igual en todo el mundo? Veamos cifras. Los datos sobre 133 países muestran que las mujeres constituyen 2,18 millones (36%) de las y los miembros de los cuerpos deliberativos locales. Solo dos países han alcanzado el 50%, y en otros 18 países, más del 40% del funcionariado local son mujeres.

Con datos de ONU sabemos que, desde enero de 2020, también se registran variaciones regionales en lo que respecta a la representación de las mujeres en los cuerpos deliberativos locales: Asia Central y Meridional, 41%; Europa y América del Norte, 35%; Oceanía, 32%; África Subsahariana, 29%, Asia Oriental y Sudeste Asiático, 25%; América Latina y el Caribe, 25%; Asia Occidental y África del Norte, 18%.

Se ha impulsado políticas sobre una meta común adoptada internacionalmente en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la cual consiste en lograr la participación política y distribución equilibrada del poder entre hombres y mujeres en la toma de decisiones. La mayoría de los países del mundo no ha logrado el equilibrio de género, y son pocos los que han establecido o cumplido metas ambiciosas respecto de la paridad entre los sexos (50-50). Que en nuestro país se hizo realidad a partir de la reforma comentada anteriormente en 2014 en materia de paridad horizontal (órganos de iguales como las cámaras de la Unión y los Congresos locales) y a partir de 2019, extendiendo el mandato constitucional a todos los poderes, todos los organismos y todos los espacios de la función pública, a la expectativa de conseguir la presencia igualitaria de las mujeres en la cosa pública con impacto inmediato en lo privado.

La búsqueda es transformar el papel marginal que se implanta a las mujeres e impulsar desde lo fundamental a los cambios necesarios para el desarrollo pleno del país, cuando es evidente que las mujeres son quienes siguen sufriendo de manera desproporcionada la pobreza, la discriminación y la explotación.

La discriminación por razones del sexo nos está implicando que a menudo las mujeres acaban desempeñando trabajos no seguros y mal pagados, y siguen siendo una pequeña minoría en puestos directivos. Esta discriminación también reduce el acceso a bienes económicos como la tierra y los préstamos y limita su participación en el diseño de políticas sociales y económicas. Otro aspecto a considerar es que el grueso de las tareas domésticas recae en las mujeres, por lo que suelen tener poco tiempo libre para aprovechar oportunidades económicas.

Hay que ser claros en este aspecto respecto a impulsar acciones e invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo. Sobre todo, tener claro que las mujeres contribuyen de manera muy significativa a las economías, ya sea en empresas, granjas, como emprendedoras o empleadas o trabajando como cuidadoras domésticas no remuneradas, y que hacer o diseñar políticas enfocadas en disminuir las brechas de género que impactan directamente en la capacidad de trabajo y económica de las mujeres es plantear un futuro más promisorio para el país.

Por ejemplo, con programas promuevan la capacidad de las mujeres de asegurar trabajos decentes, acumular bienes e influir en las instituciones y las políticas públicas que determinan el crecimiento y el desarrollo. Un aspecto fundamental de interés debería de radicar en el impulsó de que se cuantifique el trabajo no remunerado que realizan las mujeres como cuidadoras, que en todos los países es muy alto, y corresponde al PIB en un enorme porcentaje, pero también en tomar acciones para que las mujeres y los hombres estén más dispuestas/os a combinar estas tareas con el empleo remunerado.

En todos los aspectos debemos tener algo claro: Las mujeres somos el futuro de este país, un futuro más consciente, equitativo, productivo y fuerte. Se debe atender desde las mujeres que más lo necesiten hasta aquellas que pueden ser factor de cambio definitivo: las empresarias o mujeres de empresas, por el bien mayor, el desarrollo paritario del país.

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