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Adáptate eficazmente a los cambios

Por: Raúl Tello

El pensamiento convergente y divergente, la introversión y la extroversión, estos parecen conceptos opuestos, sin embargo, son interdependientes, es decir, se requiere de ambos en distintas circunstancias para que trasciendan. Lo mismo ocurre con las habilidades blandas y las habilidades duras, en ninguno de los casos existe una superioridad, sin embargo, donde antes solo predominaba la importancia de las habilidades duras, las habilidades blandas cobran cada vez más fuerza para el mundo profesional y cada vez más empresas buscan la presencia de estas en sus colaboradores.

Entre las habilidades más valoradas hoy en día, especialmente por lo que comenzamos a vivir en 2020 a nivel mundial, se encuentra la adaptación a los cambios, un concepto muy fácil de comprender, pero no tan sencillo de asimilar.

Todo es incertidumbre, nada es estable. Aparentemente hay algunos aspectos en la vida que representan para nosotros estabilidad, entre ellos puede estar: el dinero, la familia, bienes materiales, títulos, entre otros, sin embargo, nada de lo anterior, incluso nada externo, puede brindarnos una completa seguridad.

Aceptación. Otro de los puntos que se dicen fácil, pero, que es indispensable llevar a cabo para avanzar. Resistirse a que las cosas han cambiado o aferrarse a que el pasado fue mejor de lo que estás viviendo actualmente, lo único que provocará es que te frustres y que te hundas en un mar de nostalgia.

¿Cómo aceptar? Nuestra mente usualmente juega en nuestra contra, no porque sea nuestro enemigo, sino porque su labor principal consiste en sobrevivir y por ello suelen predominar escenarios “catastróficos” sobre el futuro, o situaciones que tiene que ver con remordimiento derivado del pasado.

Los pensamientos simplemente surgen, aparentemente de la nada, aunque tienen una infinidad de influencias, las noticias que hemos visto, las conversaciones que hemos tenido, la música que escuchamos, la cultura en la que nos desenvolvemos, etc.

Evitando creer las historias que aparecen, evitando sumergirnos en el contexto que transcurre.

Te pongo un ejemplo: imagina que tuviste un conflicto con tu pareja hace poco y tu molestia fue bastante intensa, en ese momento pudo haber muchos factores en juego que propiciaron dicha molestia, pero simplemente podría quedarse ahí; pero no, por lo regular solemos recordar ese conflicto a lo largo del día y revivir una y otra vez las escenas que más provocaron el disgusto, el suceso ya no está ocurriendo en realidad, pero en tu mente lo estás visualizando con tal intensidad que renacen tus emociones, es decir, tus emociones si son reales, pero la historia no, la historia solo está en tu cabeza y muy probablemente, dicha historia tiene alteraciones “a tu favor” para aumentar la intensidad de tu enojo. Esas mismas alteraciones que simplemente surgieron, las puedes poner a tu favor, pero a diferencia de las primeras, en este último caso se requiere de voluntad.

Revive el pasado. No revivas el pasado con el objetivo de anclarte a este, sino con la intención de recordar lo que has sido capaz de lograr bajo distintas circunstancias y que, aun así, siempre has salido adelante, la prueba fehaciente de ello es que estás leyendo este texto, es decir, sigues con vida.

Finalmente, incomódate poco a poco, día a día. Adaptarse a los cambios es una habilidad fundamental para cada persona y es algo que podemos desarrollar día a día a través de cambios minúsculos que nos generen incomodidad; entre más frecuentes sean estos cambios, menos resistencia tendremos en el futuro ante transiciones significativas o giros de 180º como nos ocurrió a partir de la llegada del tan famoso virus que todos conocemos.

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