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EMPODERAMIENTO FINANCIERO

Todas podemos tener un Mercedes.

Por: Vianney Fragoso

“Una persona que no puede controlar sus emociones, no puede controlar su dinero.”
– Warren Buffet

¿Alguna vez te has preguntado si quieres ser millonaria? De acuerdo con Joselyn Quintero, especialista en Neuroeconomía por la Asociación Española en la materia y autora de Las 12 Leyes de la Riqueza Consciente, “la mayor crisis financiera del ser humano no está en su bolsillo ni en su país, sino en su mente.”[1]

Esta idea ya la perfiló un siglo antes Napoleón Hill, quien desarrolló el método de generación de riqueza descrito en su famoso, Piense y Hágase Rico. En su libro, escrito luego del crack financiero del año 29 el siglo pasado, y sin tener estudios avanzados en neurociencias y física cuántica como hoy sí se tienen, declaró que el primer paso hacia la riqueza es el deseo.[2]

Pareciera que desear tener más bienes y dinero es algo común a todo ser humano; sin embargo, la realidad dista de ello.

Como parte de mi actividad profesional se encuentra dictar conferencias de educación financiera para mujeres, universitarios y emprendedores. Justo el año pasado, en el marco de una exposición para jóvenes reunidos en una famosa universidad pública de la megalópolis que es la Ciudad de México, me sorprendió que al preguntar a los ahí reunidos quién quiere ser millonario, no todos alzaron la mano. Sería interesante profundizar en las razones que tuvieron cuantos no lo hicieron. Más, un primer dato especulativo puede ser que ni siquiera lo han considerado.

Entran también en juego los sesgos cognitivos, por los cuales las personas incurrimos en errores de pensamiento, percepción, memoria, entre otros procesos mentales, que obstruyen el juicio, así como la racionalidad.

En el artículo del Centro Psicológico Cecilia Cores, puedes encontrar 50 sesgos[1], algunos de los cuales interfieren entre tu nivel de ingresos actual y el que deseas, tales como el de correspondencia, que consiste en juzgar a los demás por su personalidad y a ti misma por tu situación, de forma tal que cuando ves a una persona con un vehículo de alta gama que tú no posees, te juzgas pobre porque en este momento esa no es tu situación. O el favoritismo del endogrupo, mediante el cual damos preferencia a las personas que están en nuestro grupo.

Así, cuando trabajé en el servicio público federal, compré mi primer auto. Se trató de una clase A de Mercedes Benz. Era la primera vez que la empresa comercializaba esos vehículos de forma directa en México. Recuerdo el comentario de una de las secretarias de la oficina: “¿Qué tal le salió su Athos?”. Sin entrar en detalles respondí: “Tan bueno que parece Mercedes”.

También, mi jefe de esa época, un alto funcionario de la entonces Procuraduría General de la República, me decía: “Pero, ¿por qué un Mercedes?”.

Al margen de las recomendaciones financieras que hoy haría a mi yo de entonces, como adquirir un vehículo seminuevo o en el esquema de renting y deducirlo (pues cobraba por honorarios) para destinar la parte que se pagó del enganche a una inversión y no a un gasto, a qué voy con las preguntas anteriores.

Si conectamos lo referido tanto por especialistas en neurociencias como por personas que son un referente en el campo de la generación de riqueza, hay una gran coincidencia: lo primero que se necesita para que una persona incremente su flujo de capital y mejore su situación financiera es quererlo.

Y no se trata solo de esa frase común que pareciera verdad de Perogrullo – “querer es poder”-, sino de la profunda conexión que existe entre nuestro mundo interior y el exterior. Saber con certeza qué queremos y cuánto.

Es en el ámbito interior donde habitan las emociones, los pensamientos, las creencias, los valores y principios de las personas, todas las cuales anteceden a su actuar. Más aún, es el ser de la persona lo que determina su quehacer y a la postre, su haber.

Ya lo refirió Jim Rohn citado en Mañanas Milagrosas: “nuestro nivel de éxito rara vez excederá nuestro nivel de desarrollo personal, porque el éxito es algo que atraes gracias a la persona en la que te conviertes.”[4]

Por tanto, cuando se trata de EMPODERAMIENTO qué importante resulta el trabajo interior.

Y en este punto vale profundizar sobre el significado del empoderamiento psicológico.

Según Rappaport (1981) y Zimmerman (2000) es un proceso y también un resultado “a través del cual los individuos adquieren control sobre sus propias vidas”. Dicho proceso tiene componentes intrapersonales, interactivos y comportamentales.

Por cuanto hace a los aspectos intrapersonales se encuentra la autopercepción que la persona tiene de sus capacidades. Cobra aquí sentido esa frase que se atribuye a Henry Ford, “Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón”.

Según datos de Oxfam, “las personas con una riqueza superior a un millón de dólares se encuentran en el 1 % más rico.”[5]

Esta cifra se mantiene en las últimas décadas, sin importar los cambios que han generado las más recientes revoluciones industriales (en el 2000 con la automatización y 2017 con la robótica), ni crisis diversas como la hipotecaria de 2008 o la más reciente a consecuencia de la pandemia que ocasionó el coronavirus SARS-CoV-2 o COVID-19.

Al revisar cómo se distribuye por género el 99% restante nos encontramos con que la pobreza tiene rostro de mujer, pues –entre otras razones- solemos dedicar tres veces más tiempo que los hombres a trabajos de cuidado no remunerados, según datos del Banco Mundial[6].

Por tanto, ¿qué se necesita entonces para que más mujeres sean millonarias y superen la brecha que existe con los hombres?

En primer término, que lo quieran y se crean capaces de ello.

Creer será insuficiente si no añadimos los factores interactivos y comportamentales del empoderamiento; es decir, a través de la creación de vínculos con entornos de riqueza de todo orden; así como, motivar a las mujeres en particular, para que realicen las acciones encaminadas a incrementar su flujo pasivo de capital a través de la diversificación de fuentes de ingreso y un gasto inteligente por el cual aprendan a utilizar el crédito como vehículo de apalancamiento y no de endeudamiento.

Cierro este artículo con la invitación para que en el contexto de la conmemoración del día internacional de la mujer dirijamos la mirada más que a las situaciones que mantienen a la misma en condición de víctima, a las acciones proactivas que sí es factible hacer para que remontemos las brechas que nos separan de nuestros congéneres sin perder nuestra identidad femenina. Pues en para tener el control de nuestra vida, el empoderamiento financiero es fundamental.


[1] http://www.joselynquintero.com/
[2] HILL, Napoleón. Piense y Hágase Rico.
[3]https://ceciliacorespsicologa.es/50-sesgos-cognitivos/
[4] ELROD, Hal. Mañanas Milagrosas. Los 6 hábitos que cambiarán tu vida antes de las 8:00, p. 47.
[5] Datos del Credit Suisse compilados por Oxfam en su informe de enero de 2023, La ley del más rico. Gravar la riqueza extrema para acabar con la desigualdad, disponible en https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621477/bp-survival-of-the-richest-160123-es.pdf
[6] https://www.bancomundial.org/es/topic/gender/overview#

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