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Habilidades para el empoderamiento financiero

“La ley de la cosecha es cosechar más de lo que se siembra. 
Siembra un acto, y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito y cosecharás un carácter.
Siembra un carácter y cosecharás un destino”.

James Allen, escritor y filósofo británico.

Por Vianney Fragoso

Hace unas semanas, compartí una asesoría con tres personas interesadas en saber cómo ponerle precio a su trabajo. Contrario a lo esperado, luego de la sesión continuaron haciendo lo mismo que antes de la asesoría. Saber no fue suficiente. Me percaté entonces que ninguno había identificado su cifra meta de ingreso anual porque no tenían su presupuesto; tampoco tenían claro el perfil de su cliente ideal, pues solo sabían lo que debían cobrar, más no delimitaban con claridad su avatar. Y lo más grave, la adquisición o modificación de las actitudes, los hábitos y los valores correspondientes no es un proceso que se realice en un día.

Debido a la relevancia de estas observaciones, estimé pertinente profundizar en aspectos a considerar para un exitoso Empoderamiento Financiero, antes de pasar a los que implica este concepto para las empresas.

Como se comentó ya en números anteriores, una persona empoderada en el ámbito financiero reúne al menos tres elementos: conoce qué es lo que aporta de valioso a la vida de los demás (qué dolores alivia, en términos de mercadotecnia), cuánto vale su solución o remedio y el monto de dinero que requiere para su estilo de vida.

¿Son estos los únicos aspectos a considerar para un exitoso Empoderamiento Financiero?

Si se toma como referencia el concepto de competencias profesionales, resulta evidente que no basta con saber. Para que un profesional califique como competente en la rama de un sector, se consideran -además de los conocimientos-, las habilidades, las destrezas y las actitudes necesarias para desempeñar esa actividad productiva.

Por tanto, en esta ocasión, les escribo sobre los desempeños, productos, actitudes, hábitos y valores para calificar como una persona empoderada en el ámbito financiero, toda vez que en las ediciones 42 y 43 fueron descritos conocimientos indispensables al respecto.

¿Qué es una competencia profesional?

Este enfoque tuvo una amplia difusión a finales del siglo XX e inicios del actual en el ámbito de la gestión de recursos humanos, con base en una visión multidimensional de la persona humana, ser capaz de adquirir “saberes”, desarrollar habilidades (“saber hacer”), y tener unas actitudes y conductas para “saber estar” integrada en una organización específica, un sector o actividad determinadas, un contexto social, político y económico concreto.

En consecuencia, es claro que nadie nace competente; llegar a serlo es fruto de un proceso de desarrollo y aprendizaje a partir de experiencias. Por lo que solo es posible gracias a la capacidad humana de movilizarse o ponerse en acción desde y hacia un contexto determinados por referentes de eficacia susceptibles de transferirse a otra persona al replicarse el proceso, las experiencias a vivir y los contextos de llegada y partida.

Dicho lo anterior, es pertinente pasar a la enunciación de las habilidades a desempeñar con destreza, los productos (saber hacer), las actitudes, los hábitos y los valores (saber estar) necesarios para ser personas empoderadas financieras exitosas.

Habilidades para el Empoderamiento Financiero

Si se parte de una visión multidimensional del ser humano, se tienen diversidad de esferas que interactúan para el desarrollo integral de cada persona. En función del modelo antropológico que se tenga como referencia, la clasificación de tales, varía. El que se utiliza en esta ocasión deriva del humanismo cristiano, por virtud del cual se reconoce al sujeto como persona, poseedora de una dignidad trascendental que le da derecho al pleno desarrollo de sus potencialidades en todos los ámbitos para comprender el mundo, interactuar y/o modificarlo por medio del desarrollo de habilidades del pensamiento y procesos socioafectivos.

Son habilidades cognitivas: analizar, sintetizar, clarificar, comparar y abstraer. Para efectuarlas, las personas realizamos procesos a efecto de seleccionar, adquirir, construir e integrar la información que percibimos a través de los sentidos y ser capaces de recordarla.

Dejemos a un lado los planteamientos teóricos para aterrizar un primer listado de habilidades y productos indispensables para el Empoderamiento Financiero.

Por cuanto hace a las habilidades del pensamiento se pueden clasificar en internas y externas; es decir, la persona debe realizar una introspección exhaustiva por medio de la cual identifique sus talentos y gustos. Un ejercicio útil es preguntarse: “Si el dinero no fuese problema, ¿a qué te dedicarías?”. Cuando se deja de lado la presión que puede representar una situación económica coyuntural, resulta más fácil conectar con lo que suele llamarse propósito. Asimismo, clarificar los aspectos que le diferencian de otros que podrían entregar un producto o prestar un servicio similar para integrar en una definición única de quienes son y qué valor aportan a la vida de los demás.

Por cuanto hace al trabajo hacia el exterior, se requiere desarrollar la habilidad de observar las necesidades del entorno y tasar el monto que la gente podría pagar para satisfacerlas a fin de calmar el dolor que dicha insatisfacción representa. Así, podrán identificar el mayor número posible de las características personales que poseen los clientes o público objetivo. En este punto vale recordar que se puede conectar con un cliente único (mejor conocido como patrón, jefe o empleador) o varios clientes cuando se trata de emprender.

Solo entonces es factible, por ejemplo, clarificar el propósito de vida en un modelo Ikigai, integrar un presupuesto, y diseñar una estrategia comunicacional para contactar con el avatar o cliente ideal donde el currículo y perfil público en redes sociales estarán alineados con las necesidades de los destinatarios y la propuesta de valor del ofertante.

(imagen de https://media.dandypeople.com/2018/08/personal-ikigai-canvas.pdf)

Actitudes, hábitos y valores para el Empoderamiento Financiero

El Diccionario de la Lengua Española de la RAE define la actitud como la “Disposición de ánimo manifestada de algún modo.” Esta disposición suele encontrarse antecedida por una o varias experiencias que son interpretadas en función de la escala de valores de la persona.

Y este puede ser un punto crucial para el Empoderamiento Financiero, toda vez que heridas afectivas no sanadas, pueden salir a la luz en el proceso y representar, quizá, un bloqueo a superar. Por ejemplo, a mucha gente no le gusta vender porque es una actividad que activa los botones del rechazo (cuando no le quieren comprar sus productos); del abandono (cuando le cancelan una venta); de la traición (cuando sus clientes le cambian por la competencia); de la humillación (cuando alguien intenta hacerle sentir que vale menos por vender), y de la injusticia (cuando no le quieren pagar, le regatean el precio o le quieren pagar a plazos).

Encarar las propias heridas para sanarlas demandará un cambio de actitud, así como adquirir el hábito de la resiliencia para rehacerse después de cada adversidad.

Este apartado es el corazón que anima y conecta los conocimientos y las acciones de la persona, pues implicará desarrollar la disciplina de buscar las causas internas y externas tanto de su comportamiento individual como de los demás; formar expectativas sobre lo que espera de sí misma y de los otros; adquirir la responsabilidad de prever las consecuencias de las acciones propias o ajenas para tenerlas en cuenta y asumirlas.

Y, sobre todo, aceptar los valores propios y los de los demás, así como asumir que la elección del destino propio se lleva a cabo a partir de la misma persona.

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