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Empoderamiento en la empresa

Por: Vianney Fragoso

Las variables que interactúan para definir las relaciones que se establecen al interior de la organización son el poder y la responsabilidad. El concepto de empoderamiento es un anglicismo que surgió en el campo de la administración en los años 50 del siglo XX y modificó de manera gradual la estructura de las organizaciones y, sobre todo, la mentalidad de sus integrantes. ¿Ha pasado lo mismo en el campo de las relaciones entre hombres y mujeres?

El planteamiento central del empowerment señala que, tantas más responsabilidades se confían a una persona, en esa misma proporción se le debe otorgar más poder de decisión y/o ejecución.

Koontz y Weihrich ilustran estas relaciones de la siguiente manera:
•El poder debe ser igual a la responsabilidad (P=R).
•Si el poder es mayor que la responsabilidad (P>R), se corre el riesgo de caer en la autocracia.
•Pero, si la responsabilidad es mayor que el poder (R>P), entonces se obtendrá, como resultado, la frustración de los empleados.
Empower significa autorizar, facultar, comisionar, habilitar, dar poder; por ello, una traducción del término empowerment sería facultamiento.

¿Dar poder, facultar, habilitar a quién y para qué? Son preguntas que pueden suscitarse enseguida.

En un primer momento, se entendió como ser amable con los empleados.
La amabilidad es una elemental norma de cortesía. No obstante, el empowerment de entonces recordó que en las organizaciones trabajan y conviven seres humanos; personas con la misma dignidad, pero con distintas responsabilidades y, por tanto, diverso grado de poder.

Ya en la década de los sesenta, los gerentes pensaron que implicaba ser sensible a las necesidades y motivaciones de la gente.

Diez años después, la administración participativa era equivalente a pedir ayuda a los empleados, para lo cual, en los años ochenta se realizaban innumerables juntas de grupo .

¿Cómo dar poder a una persona acostumbrada a recibir y cumplir órdenes? ¿Cómo ejercerá ese facultamiento? ¿Será capaz de desplegar su poder?
Al concebir al ser humano como esencialmente bueno, el empowerment planteó la posibilidad de transitar de una organización jerárquica piramidal hacia una formada por equipos de trabajo que se unen para satisfacer las necesidades del cliente y las demandas del mercado.

Dentro del campo del Desarrollo Organizacional, el empowerment se presenta como una estrategia que recupera y potencia las capacidades natas del ser humano. Más que dar poder al empleado, consiste en regresarle la confianza en sí y en los demás.
En la organización autocrática tradicional, donde existe un supervisor o gerente a cargo de un grupo de subordinados, se parte del principio contrario: las personas son flojas y necesitan de un sargento que se dedique a cumplir las órdenes de los superiores, que tome todas las decisiones de su ‘regimiento’, mantenga a todos bajo control, sea duro e inaccesible, imponga las órdenes a las personas y grite a los que hagan algo mal.

En contraparte, el empowerment al proponer compartir el liderazgo y las tareas administrativas; faculta a los integrantes de la organización para evaluar y mejorar la calidad del desempeño y el proceso de información; integra equipos de trabajo que proporcionen y desarrollen ideas para la estrategia de negocios, que sean comprometidos, flexibles y creativos, se coordinen e intercambien información con otros equipos.

En definitiva, el principal cambio que impulsa el empowerment es a nivel cultural: requiere transformar mentalidades antes que organizaciones.
Por un lado, los jefes se transforman de capataces en líderes o facilitadores. Y por su parte, los empleados pasan de ser soldados rasos que se limitan al cumplimiento de órdenes, a personas comprometidas con el logro de los objetivos de la empresa.

Los cambios en la forma de pensar son en tres aspectos:
•El proceso.
•La responsabilidad.
•El aprendizaje.

Cifuentes los explica así:
• Hacia el proceso. Además de alcanzar sus objetivos en grupo de trabajo, el empleado debe analizar la forma de alcanzarlos. Debe ser capaz de lograr sus objetivos, y hacer las cosas mejor la próxima vez, desarrollando una conciencia de cómo se hacen las cosas y este entendimiento debe ser compartido.
• Hacia la responsabilidad. En un equipo de trabajo con empowerment todos comparten la responsabilidad que solía tenía el líder. Si cualquier empleado ve un problema o tiene una idea, es responsable de comentarlo o de traerlo a la atención del grupo. La idea debe ser respetada, y todo el mundo debe participar para que el grupo crezca y se desarrolle. No es suficiente que el líder del grupo sea el único que se preocupe por ello.
• Hacia el aprendizaje. La organización tradicional era reactiva hacia los planes de alta gerencia o al ambiente de negocios. En la organización empoderada y empoderadora, cuando el personal está deseando acción, busca y resuelve problemas, toma riesgos, expresa y trabaja en conjunto. No espera a que les digan las cosas, y no están paralizados ni por miedo ni por preocupación.

En resumen, los cambios mentales fundamentales son los que se enuncian a continuación:

Al líder no corresponde imponer ni personas, ni soluciones, ni procesos.
El personal operativo conoce con detalle las funciones diarias de la empresa, por lo que son ellos los más capacitados para diagnosticar los problemas y establecer las soluciones. El líder se ocupa entonces de dar seguimiento con base en las metas establecidas, informar de los avances/retrocesos, proporcionar los recursos y la capacitación tanto necesarios como oportunos, así como brindar reconocimiento genuino a las personas y/o grupos que adelantan en el logro de las metas.

En sí, el empowerment implica que cada quién asuma su responsabilidad dentro de la organización, y que cuente con la suficiente confianza y autoridad para tomar determinaciones.

Empoderamiento femenino

Si se traslada la definición y las formas del empoderamiento empresarial al femenino, se recuperan varios elementos que son positivos:
•El ejercicio de las responsabilidades de la mujer en la sociedad requiere del ejercicio de su poder, propio de su condición y facultades humanas. No es una graciosa concesión del sexo masculino. Es un poder inherente a la persona humana.
•Dicho poder no puede ejercerse de manera autocrática, polarizando a la sociedad en sometidos y capataces.
•Empoderar no es ser amable con las mujeres ni sensible a sus necesidades y motivaciones. O pedir la ayuda de las féminas para sacar adelante los retos que enfrenta la humanidad del siglo XXI. La amabilidad y la sensibilidad a las necesidades del otro son valores propios de las personas consideradas y empáticas que no se colocan en una posición de superioridad frente al otro.
•Hablar de empoderamiento femenino debe atender más a brindar las condiciones propicias para que las mujeres recuperen la confianza en sí mismas y en los demás, luego de siglos en los que creencias equivocadas sobre el ser de la mujer y el valor de las tareas propias del sexo femenino, tales como la concepción y lactancia de los hijos, han sido minimizadas, e incluso, denostadas por las mismas mujeres en aras de una pretendida igualdad con los hombres, que solo nos ha puesto en abierta desventaja masculinizando a las féminas y afeminando a los hombres.

De ahí que resulta válido cuestionar la validez de trasladar el concepto empresarial del empowerment al campo de las relaciones sociales, pues la esencia del mismo es hacer horizontales relaciones que, por su naturaleza jerárquica, son verticales.

El significado literal de la palabra empowerment o facultamiento requiere de alguien con poder que se lo da a otro que, por condición propia, no lo tiene. No es el caso de los seres humanos. Nacimos poderosos por nosotros mismos, pues en virtud de las facultades de la inteligencia, la voluntad y la conciencia, sin importar el género, tenemos la capacidad de responder por nuestras decisiones.

Empoderamiento financiero

¿Y cómo responder sin dinero? Existe un vínculo estrecho entre el poder y la capacidad de pago.

Si en algo es necesario trabajar para remontar las brechas que se mantienen entre las mujeres y nuestros congéneres masculinos, o entre ricos y pobres, es en el empoderamiento financiero. Es decir, en la capacidad para obtener una retribución justipreciada por los productos y servicios que se intercambian en el mercado.
No saber cuál es el valor que aportas a la vida de los demás y cuánto cuesta garantiza la permanencia de condiciones de desigualdad que superan tu identidad sexual. Ignorar la responsabilidad que cada uno tenemos de procurar un sustento digno sin importar nuestro estado civil, es un acto irresponsable, pues si tú no sabes el precio de tu trabajo, transfieres a un tercero la tarea de ponerle un costo.

Sin duda, el empoderamiento financiero requiere tres cambios importantes en la mentalidad, no solo de las mujeres, sino de toda persona que produce bienes y servicios a intercambiar en el mercado por dinero: saber costear el proceso productivo, hacerse enteramente responsable del mismo y aprender formas de optimarlo, así como de su mejora continua sin parálisis a consecuencia del miedo por el futuro o la preocupación por el sustento.

En el próximo número les compartiré algunas técnicas a usar para realizar el costeo de bienes y servicios de forma tal que tengan la certeza de estar cobrando lo que su trabajo vale. Pues si tú no sabes su precio, los demás le pondrán el que más les convenga.

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